Cuando se habla de control biológico de plagas, la mayor parte de las veces centramos nuestra atención en especies de insectos, bien por depredar directamente sobre aquellas otras especies que causan problemas en agricultura o bien por parasitarlas y reducir así sus efectivos. Las aves insectívoras también suelen recibir bastante atención en este aspecto, siendo habitual la colocación de cajas nido entre los cultivos (especialmente en frutales) para incentivar y promover su presencia continua en los campos. Sin embargo, existe otro grupo animal que suele ser olvidado: los murciélagos (quirópteros).
En la península contamos con la presencia de 35 especies de manera regular, estando 26 de ellas presentes en la Comunidad Foral de Navarra. A grandes rasgos, se diferencian tres grupos en función del tipo de refugio que utilizan.
Por un lado, están los cavernícolas, especies que habitan cuevas o estructuras similares como pueden ser los sótanos de las casas, desvanes o bodegas. Entre estas especies se encuentran las típicas que descansan boca abajo, formando una especie de saquito colgado del techo y que encajan en la imagen arquetípica de murciélago del imaginario popular. Especies del género Rhinolophus son las más habituales.
Luego están las especies forestales, que como podéis deducir, son aquellas que habitan en zonas boscosas. Estas especies, entre las que se encuentran las de los géneros Plecotus, Myotis o Nyctalus, necesitan arbolado maduro con huecos naturales para poder refugiarse durante el día. También usan con mucha frecuencia nidos viejos de pájaros carpinteros, poniendo así en evidencia una de las múltiples relaciones entre especies diferentes que constituyen los complejos ecosistémicos. Estas especies, devoradoras de polillas y pequeños escarabajos, ofrecerían un valioso y eficaz servicio en el control biológico de procesionaria del pino (Thaumetopoea pytiocampa) y escolítidos si encontrasen lugares de descanso aptos entre las plantaciones de coníferas. Por desgracia, la gestión forestal de la mayor parte de estas masas forestales, sigue guiándose por criterios económicos que reducen o eliminan la biodiversidad y no dejan lugar a otra cosa que no resulte rentable a corto plazo.
Por último, se encuentran las especies fisurícolas, es decir, aquellas que habitan en pequeñas grietas o fisuras. Éstas son especies de pequeño tamaño, como los del género Pipistrellus, y son las que con más frecuencia vemos revoloteando en zonas urbanas o rurales. Estos animales son incansables consumidores de pequeños insectos, como los mosquitos, y también de pequeñas polillas (microlepidópteros) como la carpocapsa (Cydia pomonella) que tanto afecta a manzanos y nogales.
Pues bien, este último grupo de murciélagos de pequeño tamaño son las que más y mejor aceptan los refugios artificales (cajas nido) en aquellos lugares donde sus refugios naturales (árboles maduros, fachadas de piedra, muros y tejados de teja) han sido eliminados. Experiencias como las que han recopilado en el manual para la colocación y revisión de cajas refugio para murciélagos (SECEMU), ponen de manifiesto la importancia que tiene mantener poblaciones sanas, de estos incomprendidos animales, cerca de nosotros y de nuestros cultivos. Desde ATERPEAK, os animamos a contribuir, con vuestras acciones y decisiones, a la conservación de estas especies y a desmitificar esa inmerecida e irreal imagen negativa que recae sobre ellos, más propia de épocas medievales que de la actualidad.